Act/1 Hola Amigo, tú, como yo, como todos, estás hasta aquí (señala con el dedo donde te plazca) de recibir mensaje de Navidad. Así que te libero –¡desde ya!– del engorro de seguir leyendo este mismo mensaje sin ningún remordimiento. Act/2 Aunque bien mirado, si has llegado hasta este párrafo, por algo…

Una muesca y otra y otra Así festejamos cumplir años Una línea en el calendario Nos deja regusto de antaño Conozco al menos una excepción Que nunca se acuerda del día ¡Es curioso y muy extraño Olvidar que estás de aniversario! Ese día llamo a su puerta flojito Y siempre le llevo el mismo regalo: Recordarle el día de su cumpleaños Unas pocas personas también conozco Que lo celebran en dosis semanales Vísperas y antevísperas lo llenan todo Nada ajeno a tantos y tantos festejos Logra eco en su corazón y su cerebro Son jornadas emocionantes y de vértigo Que humean tristes a la medianoche.

Hoy me siento con olor a nuevo. Desperezo mis cuadernos de hojas limpias Blancas, rayadas y cuadriculadas De espiral o grapados o anillados. Hoy pasé la mano sobre el forro de mis libros De rollos de ironfix desentumecidos. Es el tacto sensual de rozar lo nuevo Hoy estreno Bic azul y rojo, con caperuza y todo. La carga llena de energía de la buena. Y bien armado de plumier, regla y compases. Hoy la cartera es gorda y sabionda, Ataviada de hebillas y correas Combando nuestro frágil esqueleto

El pasado 3 de agosto anduve por las calles de Pamplona acompañado de Jaime Nubiola, que se ofreció como cicerone para amenizar aquella mañana hasta la salida de mi tren a Madrid a primera hora de la tarde. El recorrido urbano estaba perfectamente calculado para que ambos resolviéramos algunas gestiones…

Los arranques al hablar me causan vértigo, Son el beso de las puntas de los pies sobre la tabla, Son el arco tenso del empeine instantes previos a una bala. Qué palabras, qué desdén, qué abigarradas… Marcan cronos de salidas presurosas y falsas, Con bravura mueven negras… ¡y ganan! Hoy…

Hola, cómo estás, cómo te sientes Llevas horas de neuronas sobre mí. Haz de rayos frescos y refulgentes, Queda atrás la noche de sabor a ti. Me llevas con ilusión en tu mirada Como antorcha Divina en el amor Iluminas la huella bien estampada Ante la inopinada caricia del dolor. El guiño cómplice del alma amada Del pobre niño que llora con horror Nacen infantes felices de la nada Somos, sí, tú y yo a su alrededor.

Tenemos un trasto de carne con huesos. Como nervadura, el sistema operativo. Abrazados a los vasos con escarlata. La masa prieta en la piel embutida. Ensortijados de hilos y penachos. Un cuerpo grácil en plena huida. Y apergaminado de mil surcos El pasado desgastado y viejo. Es carrocería del caminante. Adalid que espolea con brío Abriéndose hoy al más allá. Enjuga…

Existen, al menos, dos tipos de lamentaciones. Hoy me referiré exclusivamente al segundo: las lágrimas de quienes pierden el tren después de recibir señales por todas partes de que se aproximan grandes oportunidades. — El caso de la criptomonedas es paradigmático: cientos de personas aprovechando el momento mientras miles se limitan a mirar y esperar a que llegue el Banco de España y les confirmen que sí, que el Bitcoin es de fiar.

Abriste la boca con mesura Al escuchar secretas verdades Bordaste una fina sutura Destapando tu aroma con arte Por desgracia y por desastre Hay corazones huecos de alma Neuronas huérfanas en volandas Sin pamela ni gorra ni sombrero Sin ala ni visera ni nada Mendigos con el alba Estar o no estar en el lugar Decir o callar o solo mirar Es personalidad innata Escorzo natural Compostura Pegada Las reglas no escritas palpitan En tablas de trigonometría Un paso de menos o más Y ganas o pierdes jugando Con solo un pequeño plisplás